top of page

Mientras el chofer escucha sus canciones, rebasa y esquiva coches, me tengo que agarrar lo más fuerte posible del tubo que tengo a la derecha. Pongo fuerza en el brazo y las piernas para no caerme cada vez que se ve forzado a frenar. Es noche, está lloviendo y estamos en la CDMX, obvio hay tráfico, ¿para qué intenta ir tan rápido?

 

Arranca y veo cómo la inercia mueve nuestras cabezas para atrás y cuando el micro frena todos nos vamos para el frente. Parece que la inercia juega con nuestros cuerpos mientras el chofer juega carreritas. Pero, ahora que lo veo, no hay una sonrisa en su boca, ni le contestó a la señora que le acaba de decir buenas noches.

 

Escucho a un par de chavos hablando de la escuela y veo a una pareja que trae en brazos a un bebé. Pero ni al chofer ni a la inercia parece importarles quien viene a bordo y si podemos salir lastimados por sus juegos. Por lo menos me puedo distraer con las canciones, aunque son de despechado ¿Será que el chofer viene con el corazón partido? Así se llama una cumbia, mejor debería de poner esa. Siempre he pensado que es mejor reír que llorar o también podría poner “La ingrata” o bueno para despechados hay para aventar. Mientras no se distraiga de manejar, porque a pesar de todo hay que poner atención cuando uno va manejando, sino uno no llega a casa ¿Metro escuadrón? Ya me pasé, parece que la inercia juega más de un juego a la vez.

Retrovisor

La bajada es para atrás

bottom of page